Una enciclopedia como constelación
por Yosa Vidal

Una enciclopedia es un modo de organizar la memoria, de inventarla, de investigar los hechos y personajes del pasado para imaginarlo, y dejar que ingresen, como hitos con sentido en nuestro presente. Las enciclopedias “organizan la producción de conocimiento humano” -según la RAE-, y en esa organización hay criterios de edición y exclusión que ya nadie puede desconocer. Desde los glosarios temáticos de Sumeria (S. IV AdC) hasta la enciclopedia Salvat que visitamos cuando niñas y niños, hay una ambiciónpor aunar y resumir la “totalidad del conocimiento humano”, totalidad muy incompleta, pues desconoce el conocimiento creado por mujeres -sin contar con el producido por los pueblos indígenas y razas no blancas-. Hay en el proyecto enciclopedista de Diderot un “interés general del género humano” a la vez que un “sentimiento de recíproca benevolencia” (Encyclopédie, S. XVIII), que resume la visión patriarcal y colonial del mundo queel proyecto de la Ilustración ocultaba (y oculta). Aunque con la buena consciencia de “disipar las tinieblas de la ignorancia”, y democratizar el conocimiento, echó luces sólo sobre una porciónmuy privilegiada de la humanidad, en donde el “género humano”tan masculino y occidental como puede ser Hombre de Vitruvio, practica una “benevolencia recíproca” que se circunscribe a espacios muy específicos de poder e ignora, a conveniencia, todo lo demás. No olvidemos que en pleno nacimiento del proyecto de la ilustración y la creación de la enciclopedia moderna, el capitalismo, en el nombre del progreso y la razón, afirmaba sus raíces con proyectos esclavistas y coloniales alrededor del mundo. Solo un dato para pensar en la Enciclopedia de Diderot y D’alambert: si bien se desconocen muchos de los autores de esta enciclopedia, la totalidad de los que sí se conocen fueron hombres blancos y europeos.
Tampoco hay que visitar los 28 volúmenes de la Enciclopedia de Diderot para confirmar que, de sus miles de entradas, un puñado son mujeres, que en tanto excepciones confirman la regla sesgada de ese proyecto “iluminador”. La historia, y como parte de ésta la enciclopedia, interviene en nuestro conocimiento del mundo y perpetúa o modifica las estructuras de dominación. De esas cegueras estructurales, brutalmente violentas, a la confirmación de que no hay mujeres artistas o científicas, hay un paso. Hace poco tuve una discusión con una compañera que insistía en que no había mujeres cronistas en el Perú, que había visitado todas las imprentas, todos los periódicos, y nada. Yo insistí en que si ella no las encontraba, no significaba que no existieran: y es que quizás no están imprimiendo sus textos en los espacios tradicionales de la crónica y hay que ampliar el lente de la cámara, buscar en canciones, en blogs, en Instagram, otros modos de hacer crónicas. Así mismo, que no haya casi mujeres artistas en las entradas de las enciclopedias del siglo XVIII, no significa que no hayan existido. Habrá que buscar huellas, fragmentos y capas de sus creaciones encriptadas como palimpsestos en la ruina de la historia para poder encontrarlas.
Ese trabajo arqueológico y detectivesco se ve facilitado por EMA, La Enciclopedia de Mujeres Artistas, que incluye compositoras, instrumentistas, actrices, bailarinas, coreógrafas, dramaturgas, diseñadoras, escultoras, artistas visuales y artistas textiles chilenas del siglo XX. EMA, es un proyecto tremendamente difícil, y que asume con responsabilidad y solidaridad una deuda histórica que ya no se puede seguir pactando. Es un proyecto urgente, que rechaza categórica y creativamente, concepciones de progreso y conocimiento que siguen embaucando a generaciones de chilenos con la idea de que las mujeres artistas son excepciones: a través de EMA, podemos constatar que son regla. Por ser una enciclopedia de mujeres, es un catastro creativo, con doble exigencia para lo imaginario, dada la inoperancia de los historiadores, sus principios de exclusión de clase y género que mencioné, que ha dejado fuera de todo archivo a mujeres y hombres que no sirven a los “valores” e intereses de la clase dominante. A continuación, voy a enumerar algunas de las preguntas fundamentales que abre un proyecto como éste, y que propongo mantengamos en vista para disfrutar de su recepción: 1.- Mirar, leer y escuchar esta constelación de biografías abre una primera pregunta sobre -y aquí voy a decir algo que parece de perogrullo- la relación entre la vida y las obras. En esta relación será la obra la que mejor explique la vida de sus creadoras, es decir, la construcción de la historia de las mujeres a partir de fragmentos de memorias, debe considerar como punto de partida sus propias obras. La relación entre vida y obra es en primera instancia de perogrullo, porque si no fuese por sus producciones artísticas, estas creadoras no estarían en el catálogo; pero la pregunta deja de serlo cuando una cultura que privilegia el culto a la personalidad y a la autoría, puede impulsar ese mismo desplazamiento en favor de una espectacularización de la vida privada. Lo que se trata aquí, por el contrario, es de historizar la creación, es decir, dejar hablar a las obras, que es lo que hace que estas mujeres sean artistas. 2.- Una segunda pregunta que plantea esta constelación de artistas es sobre la relación entre necesidad y deseo, la necesidad de sobrevivir y la necesidad o no de crear; y el deseo de crear y también esa compulsión de acercarse a un objeto de deseo, a través del arte. ¿Qué llevó a estas mujeres a ser artistas? ¿Y como se negocia esa relación entre deseo y la necesidad en el contexto particular chileno? EMA muestra que la historia de la creación de chilenas durante el siglo XX es una historia de trabajo a contracorriente. Hay en estas mujeres un deseo de trascendencia, de pasar a la historia aunque esa historia no quiera incluirlas, una paradójica materialización de la eternidad que, como una pequeña criatura, hecha bolita y arrojada hacia el futuro, no puede escapar del pasado, del momento de su fijación en lo material. Hay mujeres, especialmente aquellas que consagraron su creación en la primera mitad del siglo XX, que dejaron esos rastros de su memoria en medio de ruinas en las que hay que hurgar.
Convengamos que en EMA esa necesidad de trascendencia se ve cumplida: la criatura se abrió una pequeña puerta a la eternidad. Nosotros, sus lectores, contribuimos a la actualización del pasado en el presente, a que ese pasado haga un sentido, y se transforme en futuro. Pero ojo, no se trata aquí de abrir las puertas del templo del arte para dejar entrar a las mujeres, y fijarlas como monumentos. La tarea es más bien sacar al arte de un templo, para que así se pueda ejercer con libertad un trabajo crítico a cualquier tipo de santificación religiosa, incluyendo la de género. Es necesario ampliar el canon o aquellos ítemes (biografías de mujeres como entradas de la enciclopedia) que quedarán guardados en una historia más o menos oficial, y a los que podremos volver nosotros en el transcurso de nuestras vidas y las vidas de nuestras hijas, hijos e hijes, de manera creativa y crítica pero sin canonizar, conservando nuestra lectura crítica, de nosotros y de la sociedad, que es al fin lo que está en el centro de la política. Ampliar el canon, sin canonizar. No queremos más santas, sino más brujas. La salida del templo del arte debe implicar también que el arte deje de practicarse exclusivamente los días domingo y la llevemos, en lo posible, a la nuestra vida de todos los días. ·3.- Cada obra de arte, con las reglas propias del género al que pertenecen -por continuar o por romper-, y con sus historias -la tradición local y global que los precede-, es una ocasión para el pensamiento. Las obras de arte son espacios para dar forma al pensamiento, que está en una pugna interna entre instalar una idea en un lenguaje dado y producir el pensamiento en el mismo acto de la creación. Las obras de arte no son vasijas contenedoras de un argumento, una teoría o un concepto: el lenguaje de cada obra es lo que dice y lo dicho se va conformando en la medida que se crea. Digo esto porque lo que interesa de una panorámica de artistas mujeres en Chile es pensar en cómo cada una debió hacer una negociación sofisticada para hablar en su propio lenguaje -el lenguaje de su propio género- y también en contra de éste. En el caso de las mujeres creadoras esta paradoja de hablar en el lenguaje y en contra del lenguaje se vuelve radical. Por una parte, se hace necesario primero aprender los lenguajes, lo que en diferentes casos supuso esfuerzos heroicos -ver especialmente las biografías de la folklorista La Criollita, la de María Asunción Requena y también la de Lili Garafulic-, coquetear con los discursos de poder, para aprender y dominar sus mañas, a la vez que se crean nuevos modos de lenguaje que escapen de esa camisa de fuerza. Es decir, el arte no sólo es una ocasión para el pensamiento: en estos casos el arte son verdaderas maromas del pensamiento, para participar de una cultura masculina y para liberarse de ella, para usar y repetir las palabras del lenguaje y deshacerse, muchas veces de forma encubierta, de los automatismos del canon. 4.- De este modo, una constelación de artistas mujeres es también una enciclopedia sobre la frustración: las condicionantes de clase, raza y género,hacen de las artistas, personasque han llevado su actividad creativa a rincones y horarios inauditos, y que también, no han podido llevarlo. Así, cabe preguntarse en qué medida estas artistas están determinadas por una angustia de la creación, no ya por el temor de la página en blanco, ese cliché de la modernidad del artista enfrentado a una musa que no lo inspira, sino por la dificultad de encontrar el momento -entre pañales y pucheros-, para poner ahí, en la hoja, en el escenario o en la tela, todo lo que “los musos”les están dictando. Junto con esto hay que preguntarse qué cosas no quedaron, porque se perdieron en la ruina de la cultura, pero también qué cosas no quedaron porque no se pudieron hacer, porque no dio el tiempo, porque no estaban las condiciones, porque el hueso de pollo que está atravesado en la garganta -metáfora útil para la angustia- no facilitaba el proceso. Hay en las biografías de las mujeres artistas la historia de una constante hostilidad con el medio, el del mismo lenguaje y el medio social. De este modo, trabajar en contra te sitúa en un medio de no pertenencia, en el sentido de no pertenecer al lugar del que eres. En este contexto, las biografías también hablan de la fragilidad en la estructura cultural chilena. 5.- Entrar en esa pequeña esquina de la vida de una artista es ser testigo de que la creación es un intento de apropiación de lo que se desea, y en esto, es un gesto ante todo erótico. El objeto pudo haber sido un amante, el lenguaje, el humor, una población, un hijo perdido, objeto que se diluye cada vez que se intenta fijar o atrapar a través de la representación. Pero no es solo frustración: en esa huida, lo deseado es imaginado e inventado.
6.- EMA es una constelación de biografías que, puestas en conjunto, toman un sentido quetrasciende la obra y la vida de una mujer. Y aquí una gran diferencia con el proyecto enciclopédico que se consolida en la Ilustración, incluso una gran diferencia con Wikipedia -que es sin duda un proyecto mucho más inclusivo y que está en la base de una actual democratización del conocimiento-: las entradas de EMA, no son átomos de información, cuando veo a Malú Gatica, no puedo dejar de verla al lado de Rosa Ramírez, de Virginia Roncal y de Sonia Mena. Hay, no una ambición totalizante, sino incluyente, de individualidades que
dialogan y arman una historia en conjunto.
Harold Bloom, habla de una “ansiedad de la influencia”, que sería aquella relación que los
autores tienen con su tradición -él se circunscribe a la poesía-, y cómo esa relación, neurótica,
ansiosa, entre en el autor y sus antecesores ya fijados en el canon, es la que produce la creación poética. Las teóricas Gilbert y Gubar revisan críticamente lo propuesto por Bloom, cuando reconocen que esta “ansiedad de la influencia” no se produce o no se puede producir en las mujeres pues no existe un canon de mujeres creadoras. No hay una historia de autoras que pese sobre sus hombros, habría en cambio un miedo radical, un sentimiento de orfandad - no hay padre al que matar en el sentido freudiano-, y una dificultad, si no imposibilidad, de sentirse autoras. Ahora, me pregunto si ese sentimiento de orfandad se puede seguir sintiendo cuando vemos la constelación de EMA. Creo que el concepto de escritura en muchedumbre que propone Magela Baudoin es de mayor utilidad en este contexto. Utilizando la idea de María
Galindo de feminismo bastardo, Baudoin piensa estas obras como un proceso de contaminación creativa, en donde las artistas reconocen y estetizan las influencias. Las artistas de EMA, en tanto autoras en muchedumbre, no les interesa preservar un nivel de originalidad máxima, sino más bien, abrir una conversación que ocurra hacia atrás y hacia los costados, es decir, con la tradición y con sus pares.
7.- Para concluir, un punto sobre el futuro, es decir, sobre cómo EMA nos interviene y nos modifica: las y los receptores de esta enciclopedia son aquellos que hagan una pausa en el obsesivo intento de conocer y retratar sus propios egos, estos días decantado de manera espectacular en la cultura de las sefies. Esta es una cuestión que me incluye: todos nos hemos obsesionado con la lectura y la fabricación de nuestro propio yo. Visitar la enciclopedia requiere dar vuelta la cámara y detener el lente en el ego de otra. Este gesto de invertir el lente, de fijar la mirada y la escucha en las biografías de mujeres, de achicar y agrandar el diafragma para ver la biografía individual en relación a una constelación yoes, una muchedumbre, profundiza la selfie, hace que esa imagen de uno o una supere su banalidad bidimensional.